"... Gran Madre, este mundo me asusta a veces, es una rueda que no deja de girar, girar, girar… y me agota –te oigo decirme–. No puedo detenerme para descansar si deseo sobrevivir.
Y yo, hija mía, te respondo llamándote por tu nombre. Te hablo a través de la brisa que acaricia tu pelo, del olor a lluvia, de tu abrazo a los árboles… Te inspiro a que te tumbes sobre mis valles, mis senderos de tierra, mi hierba… y abandonándote sobre mi pecho sueltes y me des todas las cargas que ya no quieras.
"En el Oscuro Yin las desharé, esa es mi poderosa alquimia", te cuento en tus sueños. Recuerda que, si las vuelves a tomar, es así por tu propia voluntad. Que las llevarás contigo exactamente hasta el día que integres ese aprendizaje y decidas transformarlas.
"Regresa a mí", te llamo. Sal del bastión de tu mente y desciende descalza la escalera hacia la profundidad exuberante de tu cuerpo, que es también mi cuerpo. Baja hacia tu tierra viva, tu piel, tu sangre, tus huesos, tus raíces… Regresa al placer de tus benditos sentidos. Abandónate al gozo sagrado del descanso.
El mundo de hoy es la rueda que no deja de girar, girar, girar… sin comprender que el Todo también gira, pero siempre en ciclicidad. Con sus subidas y sus bajadas. Con su tiempo para inhalar y exhalar. Con sus ratos para producir y sus momentos para reposar.
Es necesario integrar la energía masculina y la femenina, ambas por igual. Ir en contra de esto es ir en contra del ritmo de la naturaleza y del Universo.
Lo que valió años antes en las generaciones de tu madre y tu abuela ahora ya no sirve. Enferman los cuerpos mucho antes, pues estos ya no admiten el Tiempo Enfermo. No desean ser un almacén de despojos de heridas antiguas y amargos recuerdos. No quieren sostener más la desarmonía, el desequilibrio emocional.
Llega el Tiempo Nuevo: El del Reloj Sin Manecillas. El tiempo de la Felicidad del Alma. Aquel que se mide en respiraciones llenas de vida. En presencia. En disfrute. En expansión. En vivir vuestra propia verdad.
Baja a tu cuerpo, sal a la naturaleza, mi niña, te digo.
Los ríos, los árboles, las estaciones, las estrellas… están deseando que recuerdes este bello y orgánico ritmo."
Myriam Aram
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