Esta tierra roja y sus habitantes fueron invadidos con profunda inconsciencia.
En el suelo, en las piedras, en la sangre… se dejó grabada una vibración que sin palabras contaba su historia de infinita tristeza, pérdida y maltrato.
Las generaciones que vivieron aquí han respirado esa tristeza latente que ha formado parte de sus vidas, de las de sus hijos y sus ancestros.
Dicen los sabios que ya ha llegado el momento de reescribir la historia de esta, y de todas las tierras que han sufrido invasiones y guerras.
Allá donde hubo violencia y tristeza, haz que regresen con tu respeto y consciencia la risa y la alegría.
Abraza y acaricia a los árboles y a las piedras. Celebra el lugar. Lleva tu danza.
Allá donde se vertieron lágrimas, siembra palabras de amor.
Ese lugar, esa tierra… te está esperando.
Es maravilloso el impacto que pueden tener unos cuantos encendidos en luz y ganas de amar.
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Myriam Aram