Las tribus antiguas no necesitaban morir para averiguar, por ensayo-error,
qué frutos eran incomestibles para el ser humano.
No tenían que probar cada hongo para aprender cuál era venenoso.
Las tribus preguntaban al espíritu de cada planta y sabían entender su respuesta.
Cuentan los sabios, que esas antiguas tribus vivían en completa Alianza con Gaia.
Que ellos sabían bien lo que nosotros hemos olvidado:
Que nuestro cuerpo es de la Tierra y que nosotros somos sus hijos.
Que Todo está abierto a comunicarse con Todo a través de muchos canales,
y que nunca, jamás, somos desoídos.
Gaia sigue extendiendo su Alianza hacia nosotros.
Nunca fue de otra manera.
Ábrete al Espíritu y emprende el camino que tus células recuerdan.
Myriam Aram