–Las relaciones hay que trabajarlas y tener muuucha paciencia –le comenté fríamente a Valentina, intentando darle una lección–. Por eso mismo se dice lo de “contigo pan y cebolla”.
–¡Uy qué horror! ¡¡NO!! –reaccionó con verdadero espanto–. ¡Contigo pan y Nutella! –me corrigió–. Una cosa es tomar cebolla en momentos pun-tu-a-les –subrayó con la mano–, y otra muy distinta es elegir que haya chalotas, cebolletas y cebollas todas las semanas, porque ya sabes que vas a ir por la vida con los ojos rojos de tanto llorar, ¿o no? –soltó con desparpajo.
La miré desconcertada.
–Yo prefiero que el pan venga con chocolate –añadió con una risa traviesa mientras se alisaba la falda y salía de la habitación.
Sus palabras me dejaron tocada.
«Ella tiene razón», me decía una y otra vez mientras caminaba hacia mi puesto de trabajo. «¿Porqué no ponerlo en práctica?», me sugerí con el corazón esperanzado.
«Estar con las personas que tenemos cerca por amor, estar por alegría verdadera, porque te hacen sentir maravillosamente… porque para estar junto a unos cebollinos que te ponen los ojos rojos, es mejor elegir Nutella», me repetía sonriendo mientras frotaba la vajilla como si quisiera grabarme estas palabras a fuego.
Contigo pan y tomate maduro recién cortado en la huerta. Contigo pan y queso fresco con mermelada de arándanos....
Sí, contigo pan y Nutella.
Myriam Aram
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(Extracto de "El cuaderno de Ava”, Myriam Aram)